Pamplona vibró. Navarra rugió. El pabellón Anaitasuna fue testigo de una velada inolvidable en la que dos hermanos, Mikel e Ion Fernández Cía, escribieron con puños de fuego una página dorada en la historia del muay thai.

El txantreano Mikel Fernández se ha proclamado campeón del mundo de muay thai en la categoría de peso súpergallo (55 kg) tras vencer por KO en el primer asalto al tailandés Yodudon Phet Anuwat en una final eléctrica autorizada por la World Muay Thai Federation (WPMF). Un combate que debía durar cinco asaltos, sin coderas y con toda la crudeza de este ancestral arte marcial, se resolvió de forma fulminante: una entrada brutal, golpes quirúrgicos y un cañonazo definitivo.

Con más de 2.000 personas llenando las gradas del Anaitasuna —entre aficionados, seguidores, y un público absolutamente entregado—, Mikel convirtió su sueño en realidad: ganar un mundial en casa. Venía rankeado entre los 15 mejores del mundo, 10º en la prestigiosa liga del Estadio Rajadamnern de Bangkok, y no defraudó. Fue una demostración de potencia, temple e inteligencia táctica.

"Era su noche, era su ciudad, y era su momento. Y lo aprovechó como solo lo hacen los grandes", afirmaron desde el Club de la Lucha Navarra, organizador del evento, liderado por el exárbitro profesional Eduardo Pietro Iglesias.

Pero la noche no fue solo de Mikel. Su hermano, Ion Fernández, también txantreano, se coronó campeón de España, derrotando al tailandés Youdkunpon por KO tras un emocionante combate de tres asaltos. Pese a un hematoma visible en la ceja, Ion aguantó, presionó y remató con autoridad en un tercer round impecable, ganándose la ovación del público.

La velada, titulada “War of Champions”, ofreció un espectáculo completo: combates de boxeo, MMA, y muay thai, divididos en dos bloques de acción con un interludio musical a cargo de Aarón Romero, vocalista de Linaje. Desde las 19:15 hasta pasada la medianoche, Pamplona vivió cuatro horas de pura adrenalina y cultura de combate.

El muay thai, conocido como el “arte de las ocho extremidades”, encontró en los hermanos Fernández dos nuevos ídolos. Dos guerreros que alzaron los brazos con cinturones al hombro. Dos hermanos, un legado.