Martina Calvo Santamaría se prepara para sus exámenes finales de cuarto de la E.S.O en el colegio Navarro Villoslada. Se le han acumulado, aunque tiene una buena excusa: cuatro días antes se encontraba ocupada ganando el XIV FIP Juniors World Pádel Championships junto a María Belloso Oroz en Asunción, Paraguay. “Representar a mi país en un mundial fue algo increíble”, confiesa Calvo. “Después de un año entero trabajando, fue un orgullo y me lo pasé súper bien”, apunta Belloso. Una tiene 15 años y la otra 14. El futuro brilla por delante de ambas.

La senda de Calvo y Belloso con la selección fue inmaculada. El conglomerado femenino no perdió un solo set. En la fase de grupos lograron vencer a Uruguay y sobreponerse a Argentina, en cuartos de final derrotaron a México, en la semifinal tumbaron a Italia y, en la final, volvieron a medirse las caras contra Argentina. “Entre España y Argentina hay mucho pique, parecía que iban a tirar la grada abajo”, alega entre risas Belloso. Ella participó en dos de estas eliminatorias, dentro de la categoría infantil. Calvo, un año más que Belloso, formó parte en tres eliminatorias dentro de la categoría cadete. Además de esto, ambas trataron de hacerse con el Mundial Open por parejas, que se celebró de forma simultánea al de selecciones, pero no tuvieron tanta suerte. Belloso, junto a la cántabra Daniela Portilla, cayeron en octavos de final ante las que más tarde se alzarían como subcampeonas del mundo, Brasil. Más cerca lo tuvo Calvo que, junto a Jana Montes, sucumbieron ante sus paisanas Andrea Ustero y Águeda Pérez. Hasta el momento de la final, Calvo y Montes no habían cedido ni un solo set.

DIAMANTES EN BRUTO

Belloso cogió por primera vez una raqueta cuando tenía cinco años y debutó en las competiciones con ocho. “Me pesaba un poco la pala”, apunta también entre risas. Le picó el gusanillo después de ver a su hermano mayor jugar. “Como iba con mi hermano a los campeonatos, mis padres terminaron por apuntarme. Ya que iba”. Para ella, ahí comenzó todo. Al principio entrenaba en las instalaciones de Tajonar y luego terminó en las manos de Alejandro Capitani en Mundo Capitani, donde lleva entrenando cuatro años. Belloso, después de un tiempo aprendiendo a nivel provincial, ha conseguido dar con la tecla este año después de una muy buena temporada que terminó saldándose con una guinda de oro con el campeonato mundial. No solo valiéndose con eso y, aparte del pádel, Belloso juega a baloncesto. “Es una de esas chicas que da un poco de asco porque todo se le da bien”, apunta su madre de risas.

Por otro lado, para Calvo la vena del pádel proviene por parte de sus tíos por la rama materna. “Pero sobre todo de mis padres”, apunta. Mientras otros se las ingeniaban para caminar o para balbucear, Calvo comenzó con cuatro años a practicar esta modalidad como hobby. “A los siete u ocho años empecé con las competiciones. Primero en Navarra y luego ya más a nivel nacional”, explica. Sin embargo, el pádel nunca fue su primera opción. “Me gustaba muchísimo el fútbol; mucho más que el pádel. Por eso hace dos años tuve que dejar el fútbol para dedicarme entera a lo segundo”, apunta. No fue una decisión fácil, pero sus lesiones de rodilla inclinaron la balanza en favor de las raquetas. “Al final el fútbol era un hobby donde me lo pasaba súper bien con mis amigas y el pádel era algo que estaba tratando de manera más profesional”, confirma. Y fue una decisión acertada, pero con un comienzo agridulce. “Durante cinco años solo caía ante la misma pareja, pero lo supe llevar bien. El caso es seguir”, asegura. Ella y Belloso ganaron este año el campeonato de España en su categoría, lo que les dio un ticket dorado para el mundial. Una experiencia que recordarán para siempre.

Paraguay se les hizo raro a las navarras. Un lugar muy diferente a lo que estaban acostumbradas en la cómoda Comunidad foral. “Íbamos siempre con policías por dentro y fuera del autobús. A mí me daba un poco de miedo donde estábamos”, asegura Belloso. Sin embargo, también encontraron tiempo para reírse y disfrutar. ya que todas las selecciones se encontraban en el mismo hotel, lo que les dio un ambiente animado en el comedor. “Es un país que me impactó, porque lo ves todo súper distinto a todo lo que es España. Pero fue una experiencia muy positiva el poder ver el mundo en el que vivimos con nuestros propios ojos”, asegura Calvo.

Con una copa de mejores del mundo guardada en la maleta, las jóvenes navarras vuelven a su vida cotidiana de clases y estudio con los deberes más que hechos.

Fuente de la información: diariodenavarra.es