Con estas palabras el luchador navarro Aitor Eguzkiza iniciaba su reinado en la categoría de los pesos superligeros del Kick – Boxing Mundial ante un público entregado que no dejó de jalearle en ninguno de los 5 asaltos de los que se compuso en combate.

No fue una pelea brillante, puesto que Michelle Iezzi, defensor del título, importó al ring una táctica que se corresponde a la perfección con el refrán castellano “dos no riñen si uno no quiere” y que en el deporte transalpino conocen por “catenaccio”.

José Vicente Eguzkiza lo tenía muy claro:

Hemos tenido delante a un marrullero, el clásico peleador italiano que ha venido aquí a sobrevivir y a no dejar a Aitor pelear. Si uno no quiere luchar, la pelea no sale buena. Ese ha sido el quid de la cuestión: Aitor iba a pelear y el otro venía a sobrevivir y sin hacer nada pretendía volver a llevarse el campeonato a casa.

El combate comenzó con los típicos segundos de tanteo al que el aspirante enseguida puso fin, decidido a colocar pronto tierra de por medio. Aitor, buscaba el rostro de su oponente a la par que se las veía y deseaba para anular los trucos del italiano, al que ya que ya empezaba a “vérsele el plumero”:

Cuando le pegaba arriba veía que le hacía daño y le temblaban las piernas, pero era muy difícil llegarle porque cuando nos encontrábamos él se agachaba mucho para evitar justamente eso; y luego se agarraba y buscaba continuamente el cuerpo a cuerpo. Yo intentaba trabajarle de fuera, separar y hacer una pelea más “normal”, pero él no me ha dejado desarrollar esa táctica. Entraba y se agarraba para que yo estuviera incómodo y ha sido muy complicado.

Aun así el luchador navarro no cejó en su empeño y, mediado el segundo asalto, conectó un soberbio zurdazo que mandó a la lona al todavía campeón, provocando la cuenta de seguridad para el confiado gladiador de Livorno.

En el tercer asalto el panorama cambió, el italiano, a sabiendas de que así no iba a ir a ningún sitio salió decidido a enmendar su excesivo conservadurismo de los dos anteriores envites y buscó con más decisión el cuerpo de un Aitor que experimentaba ciertos problemas físicos:

Si me ha entrado un poco de bajón de fondo. Hasta el tercero andaba muy bien, fresco como en el primero. Pero luego nos hemos metido en el cuerpo a cuerpo y me ha cansado mucho forcejeando con él. Entonces me ha dado un “bajoncillo” y lo he sufrido al final porque veía que tenía la oportunidad pero que me faltaba la velocidad necesaria para aprovecharla y entrar bien. No es que estuviera cansado de tirar golpes, sino que me faltaba ese “puntico” de velocidad para fintarle y meterle la patada.

Este paisaje se repitió en el cuarto acto, Iezzi atacando y poniendo en apuros al navarro y éste defendiéndose bien de las acometidas del italiano que volvía a destapar el tarro de las malas artes. Las artimañas del livornés llegaron a su punto álgido en el quinto; cuando en la enésima enganchada, Michelle intentó sacar del ring a Aitor ante el asombro del público congregado en el Pabellón Anaitasuna.

La campana puso fin a tan enmarañado combate dejando todo en el aire hasta el veredicto de los jueces. Éste no se hizo esperar y el recuento de puntos colocó el cinturón en el talle de Aitor Eguzkiza que levantó los brazos al cielo pamplonés ante la atónita mirada del equipo italiano que no esperaba precisamente esa resolución.

El nuevo campeón entendía de esta manera la decisión final:

Pienso que por su parte no ha hecho nada. Aparte ha tenido una cuenta de protección y luego ha comenzado con las marrullerías, que en vista de los jueces eso no queda nada bien.

La visita a la lona que el italiano hizo en el segundo asalto parece que fue definitiva para que el peleador local se hiciera con el título. Marco Ruiz luchador de Muay Thay lo razonó de este modo.

Si no hubiese tenido la cuenta, el combate podría haberse declarado nulo con lo que el italiano hubiera retenido el título. Con la cuenta las puntuaciones se han desequilibrado a favor de Aitor.

Un Aitor que no se olvidó en su dedicatoria de quien, con su aliento allanó el camino hasta el triunfo final.

Entre el público ha estado toda mi cuadrilla, todos mis amigos provistos de pancartas y animando a tope. Cuando estaba cansado y me encontraba mal, ellos no han parado de jalearme y eso se ha notado. Estar en la cancha de casa se ha notado de manera increíble, han animado como nunca. Ahora me tocará a mí devolverles el favor.

Eguzkiza II comienza su reinado… ¡Larga vida al Rey!