El luchador de Echavacoiz se impuso al bosnio Semir Delic en un vibrante duelo y se corona como nuevo Campeón de Europa de Kickboxing del peso Superligero.
El sábado 15 de octubre los deportes de combate tenían una cita ineludible en el Pabellón Anaitasuna de Pamplona, donde una gran velada compuesta iba a programar como combate de fondo la pelea a cinco asaltos de tres minutos de duración y con el cetro europeo en juego entre el navarro Andoni Iglesias y el bosnio Semir Delic.
Con un graderío entregado, comenzó el primer asalto con el subsiguiente tanteo entre ambos púgiles, celosos de no mostrar sus armas demasiado pronto. Aun así, el peleador de Echavacoiz salió con más brío buscando con insistencia el cuerpo de su adversario.
En la segunda manga, de nuevo Iglesias llevó la voz cantante sobre el ring, con la táctica clara de no lanzarse “a tontas y a locas”, sino midiendo cuidadosamente sus ataques para lograr ser más certero y colocar con mayor precisión sus golpes, jaleados por los “tiffossi” etxabakoitztarras que no dejaron de animar a su vecino en ningún momento.
Tras estos dos primeros envites, llegó en el tercero, en el que aumentó la intensidad del choque, con los dos gladiadores dando todo sobre la lona del Anaitasuna, sin rehuir el cuerpo a cuerpo y en un continuo intercambio de golpes, donde los puños del “Tornado” Iglesias se dejaron ver sobre el rostro del balcánico.
Parecía que las cosas iban viento en popa para el pupilo de Joxe Euguzkiza, pero “Copito de Nieve” Delic no había dicho la última palabra; y en el transcurso del cuarto asalto dio muestras de su gran calidad utilizando sus piernas, llegando a la cara de Andoni, que encajó el golpe, se recompuso y volvió de nuevo a la refriega.
Con todo esto se llegó al quinto y definitivo asalto donde, habida cuenta de lo visto en los cuatro anteriores, todo podría pasar. Y efectivamente, pasó, puesto que tanto el navarro, como el bosnio salieron decididos a ceñirse el tan ansiado cinturón. La lucha fue sin cuartel, una disputa de ida y vuelta, una sucesión de ataques y defensas, que tan solo cejaron con el campanazo final.
Al igual que Julio César comentara al cruzar el Río Rubicón, alea iacta est;: la suerte estaba echada y en manos de tres jueces, uno serbio, otro estonio y el tercero finlandés, que pusieron en común sus notas para emitir el veredicto. Los luchadores se despojaron de los guantes, se enjuagaron el sudor y, como si fueran niños yendo al colegio, dieron la mano al juez de la contienda dejándose llevar hacia el centro del cuadrilátero.
Los segundos se hicieron eternos y la tensión se podía cortar, pero todo esto se olvidó cuando Carlos Ceballos, el árbitro de la contienda, levantó el brazo izquierdo de Andoni Iglesias quien, por unanimidad, fue el mejor en este particular “Juego de Tronos”, cuya recompensa fue ser el nuevo “Rey Continental” de la categoría.
El colofón a esta fiesta lo puso el propio campeón quien, micrófono en mano, ciñendo su nuevo cinturón y tocado con la txapela que distingue a los mejores; se dirigió a los presentes para agradecer en primer lugar la entrega de su rival y después el apoyo incondicional de los aficionados, circunstancia indispensable para continuar en este difícil universo de los deportes de combate.
Andoni I de Navarra, inicia su reinado... !Larga vida al Rey¡
Otras siete disputas completaron la velada
Además de este gran combate, otros siete duelos remataron el programa; destacando el que, en la disciplina del Boxeo Profesional, dirimieron el navarro César “Bam Bam” Núñez, contra el capitalino Roberto Casado, a seis asaltos de tres minutos de duración y bajo la dirección del polifacético árbitro errenteriarra, Manu Marichalar; ex – boxeador, ex – remero y capitán en varias ediciones del reality de ETB “El Conquistador del Fin del Mundo”.
El conocimiento y el respeto mutuo de ambos púgiles provocaron una pelea muy táctica donde ninguno de ellos quiso arriesgar en demasía, sabedor de la gran calidad de su oponente y que un error podría resultar fatal. De todos modos, entre tantas precauciones, el público congregado en la “Bombonera” pamplonesa, tuvo tiempo de observar la contundente derecha del boxeador del Kanku y la demoledora zurda del madrileño del Rimer Box.
Así, con tanta igualdad, iban a ser los detalles quienes decidirían el vencedor del combate. Así fue, Nuñez se llevó “el gato al agua” por 58 puntos a 56, sumando una nueva victoria y acortando un poco más el camino para luchar por el campeonato estatal.
Otro momento sobresaliente de la noche fue el duelo que iban a dirimir en MMA los pesos pesados Ricardo Etxarte y el gigantón valenciano Daan Romero y que se decidió en favor del olímpico navarro por KO por “finalización” en el primer asalto.
También en esta modalidad se disputó la pugna entre el navarro Mikel Mendinueta y el cántabro Alejandro Jurado, solventada por KO en el primer asalto en favor del luchador del Kanku burladés.
Siguiendo con el repaso a la velada sabatina, el primer combate de la tarde, enfrentó en la modalidad de K1 al Campeón de España Junior, el navarro Andrés Unzué contra el laudiotarra Asier Ispizua; con victoria para el peleador del Kanku a los puntos.
A continuación le tocó el turno al Boxeo Olímpico, con el duelo entre Ander Amatriain y el venezolano afincado en Bilbao Carlos Barrera. El navarro, que volvía al cuadrilátero tras su lesión, demostró su recuperación haciéndose con la victoria a los puntos.
Mucho más parejo estuvo el combate que midió las fuerzas en K1, del local Unai Amorena y Kevin Del Río, del Kuraia donostiarra. Pese a la cuenta sobre la campana del último asalto al competidor vasco, la igualdad fue tal que el combate fue considerado nulo por los jueces.
Por último, comentaremos la lucha (también en K1) del otro gemelo Iglesias, Asier, frente a Gustavo “La Pantera” Joao, en uno de los combates más controvertidos de la noche, pues el brasileño se llevó la victoria a los puntos ante la protesta unánime (y con “concierto de viento” incluído), del público que creía en la superioridad del navarro en el combate. Los jueces no lo consideraron así y “La Pantera” proyectó su rugido victorioso en el coso pamplonés.