Los expedicionarios que atacan las grandes montañas del Himalaya tienen un nombre para jornadas como la de ayer: “Summit day”: Ese día de cima en el que el tiempo va a ser especialmente propicio, la montaña consentirá en dejarse ascender y hay que estar dispuesto en el último campo de altura.
Sucedió en la cuarta etapa de la X-Pyr 2.012, con un piloto destacado y otros cinco más unidos en su persecución. Todos ellos bien colocados, dispuestos a no dejar escapar la oportunidad. El rumano de Oradea Alex Ciuhandu, líder de la prueba, dormía en Candanchú; Iván Colás, Alfredo Martín “Godo”, Claudio Heidel, Iñigo Gabiria y el eslovaco Jakub Beño en el valle de Zuriza.
El objetivo, en principio, era entrar en la tercera baliza de la carrera, el Monte Collarada. La actuación de Ciuhandu en la tercera etapa le presentaba como la referencia más clara para el grupo de cabeza y así parecía que iba a ser, al menos por la mañana. En las primeras horas solamente él extendió su vela para descender con mucho mérito desde el Tobazo (que previamente había subido a pie), hasta las faldas del Collarada. Alex invertiría después su tiempo en ascender hasta conseguir un buen lugar de despegue y jugársela al gran vuelo, para el que también se preparaban todos sus perseguidores un desfiladero más atrás.
El pozo de Broto
Pasado el mediodía el calor comenzó a activar las corrientes térmicas de los valles, era el momento de despegar y así lo hicieron todos los pilotos en cabeza de la prueba… todos… los que habían conseguido llegar al último campo de altura de la montaña.
El resto, tanto Armand Rubiella como Dani Tena, Alan González y Cholo Sánchez no disponían de condiciones óptimas y se vieron obligados a caminar o a realizar vuelos cortos sin demasiada distancia. Por “arriba” la cosa cambiaba bastante. El primer punto clave era pasar del Valle de Hecho y Aisa al de Canfranc, por encima de la estación, para entrar dentro del radio del Pico Collarada de 2.868 metros de altitud, tercera baliza de la prueba.
Con Alex en cabeza, casi todos los pilotos consiguieron remontar con mayor o menor dificultad, excepto el argentino Claudio Heidel, que a última hora consiguió llegar a Collarada a pie. Fue la primera víctima de una jornada que se iba a disputar hasta el anochecer. También “Godo” y Gabiria aterrizarían en un momento dado. El vasco, incluso llegó a hacer la baliza de Collarada a pie para volver a despegar más tarde. Con el de Varadinum por delante, al que pronto se uniría Iván Colás, el tránsito por la ladera sur de la sierra Tendeñera no presentaba problemas. Los pilotos pasaban por la vertical de Biescas con alturas superiores a los 3.300 metros pero sabían que no podían progresar directamente hacia el este, pues el vuelo sobre el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido está terminantemente prohibido.
Se verían obligados, pues, a sortear el espacio aéreo de Ordesa por el sur, lo que supuso una criba que hundió a la mayoría. Ciuhandu fue el primero en llegar y el primero en caer en el mismo término de Biescas. Gabiria y “Godo” intentarían asegurar lo más posible, pero también sucumbirían en el Pozo de Broto, dilapidando sin otra opción sus valiosos 3.000 metros de altura.
Entre tanto, Colás y el eslovaco Beño, que se unió desde atrás a la cabeza de la prueba, interpretaron el “mano a mano” de la jornada en su intento de bordear por el sur la zona de exclusión. Fue impresionante, solos los dos, protagonizando continuos adelantamientos y remontadas hasta que Iván se vio obligado a aterrizar y Jakub peleaba una última ascendencia sobre la localidad de Boltaña, circunstancia que le dio el oxígeno suficiente para continuar.
Todo esto seguido en directo por varios cientos de espectadores desde la web de la organización.
El golpe definitivo
Con Colás aterrizado, la afición se volcó en el seguimiento del vuelo de Jakub, que solo tuvo un calificativo: impecable.
Aprovechó el límite del área de exclusión para llegar con 2.400 metros de altitud junto a la Peña Montañesa y pasar con holgura sobre la cuarta baliza de la prueba (Cotiella, de 2.890 metros), logrando de nuevo colocarse en el “techo” de la jornada con 3.500 metros sobre el nivel del mar.
De esta manera, Jakub Beño se apuntaba el primer vuelo de más de 100 kilómetros de la corta historia de la X-Pyr, dispuesto a cruzar todo el pirineo aragonés de parte a parte. Pero, mientras todos los espectadores apostaban porque la continuación lógica del planeo pasaba por Castejón de Sos, el eslovaco optó por bordear el Turbón por el norte, esto es, por su sotavento; error que le obligó a aterrizar con una “volada” en su haber de 125 kilómetros que le colocan a la cabeza de la general con una ventaja que ya comienza a ser considerable, a solo 213,60 kilómetros del mar Mediterráneo.
La afición terminó rendida a los pies del eslovaco, que está demostrando fuerza, temple y unas cualidades impresionantes.
Hasta el último minuto
Resultó una jornada agotadora: Por detrás, para los pilotos más rezagados, que se veían obligados a volar en zonas más bajas y de menor potencial, con lo que caminaron mucho más que volaron y por delante, pues el espíritu de la competición obliga a darlo todo.
Bien entrada la tarde, Alex Ciuhandu ascendió a pie durante varias horas para intentar un nuevo y postrer vuelo, que abordará hasta el límite (más tarde de las 20:00), y avanzar unos kilómetros más.
Idéntica táctica siguen “Godo” y Gabiria: vuelven a “trepar”, pese al cansancio, y repiten vuelo. Ambos, aún a sabiendas de que se encuentran en una zona difícil y que sus opciones son escasas, batallan hasta el último metro. Por su parte el argentino Heidel consigue la baliza a pie y Colás camina en dirección al este nada más recoger su vela.
Como vemos jornada a jornada, ninguno de los participantes está dispuesto a tirar la toalla ni a dejar una gota de gasolina en el depósito.
El apoyo de la afición
En la página web de la organización el apartado de los mensajes de apoyo y los comentarios de los espectadores echó humo durante toda la jornada. La prueba se siguió en todo momento con fluidez y la afición terminó rendida a la espectacular exhibición del eslovaco Beño.
Pero si en algo coincidieron todos fue en lo espectacular e incierto de una prueba que cambia cada día y puede decidirse en una térmica: la misma que permitió a Beño romper la prueba y a Colás quedar “relegado” a una meritoria pero difícil segunda posición.
La quinta etapa promete, si cabe, más.