Las pruebas de montaña, o también conocidas popularmente como "subidas”, son una modalidad de competición que se realizan sobre puertos de montaña habitualmente abiertos al tráfico que se "cierran" para el día de la prueba.
Su trazado es de un asfalto impecable, puesto que es una disciplina que comparte muchas características de las pruebas de velocidad en circuitos. Por ello principalmente participan vehículos con especificaciones de circuitos (tanto a nivel técnico como de seguridad), pero adaptando los desarrollos del cambio dirección y frenos a las circunstancias de la vía. También puede haber pruebas con firme irregular, pero no es lo habitual, y en éstas los coches de circuitos deberán adaptarse técnicamente.
Los pilotos van solos en los vehículos pero, a diferencia de las pruebas en circuito, en las que compiten todos a la vez, en montaña lo hacen individualmente y ontra el crono con un diferencial de 1 minuto en la salida de cada participante.
En esto y en que los reconocimientos del recorrido se hacen en días anteriores a las pruebas y con la carretera abierta, se asemejan a los rallyes; pero se distinguen en cuanto a que la memoria del piloto es fundamental, pues no existe la valiosa figura del copiloto y por ello los trazados son mucho más pequeños (de 4 a 10 km aproximadamente).
Existe una "manga de entrenamientos" a las que siguen las dos mangas de carrera que, debido al conocimiento milimétrico del trazado y al impecable estado de éste, se disputa intensamente conduciendo muy al límite, con diferencias mínimas entre los equipos y mayores medidas de control y seguridad en el recorrido.
Sólo existe un tramo de competición y una vez realizado por todos los participantes, vuelven (en caravana y muy despacio) por el mismo recorrido controlado por el organizador para retomar la salida. Por ello, no existen enlaces y los vehículos no necesitan cumplir el código de circulación ni estar matriculados.
El ganador es el que menos tiempo emplea en “negociar” el trayecto, y para ello se “extrae” el mejor crono de las dos mangas de carrera disputadas por cada piloto, siendo obligatorio tomar la salida en ambas.
Sin duda alguna este fue nuestro campeonato más “internacional”, pues las dos primeras pruebas se celebraron en La Rioja (Arnedillo el 7 de junio y Cabretón el 27 de julio); la tercera en tierras guipuzcoanas (Jaizkibel 13 de septiembre) para finalizar retornando a la Comunidad Foral con “la madre de todas las subidas”, Urbasa, el 4 de octubre.
Así, a la conclusión del torneo, se pudo constatar la superioridad de los Silver Car S2, pues las dos primeras plazas fueron ocupadas por vehículos de ese tipo: el campeón, con Arkaitz Ordoki al volante y el segundo clasificado con el veteranísimo Pantxo Egozkue en “la rosca”. Tercero en discordia se posicionó Iñigo Jarauta, “sacando chispas” a su Citroen Saxo VTS 16v.